viernes, 7 de febrero de 2014

LAS PARÁBOLAS DEL REINO



 
"Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. /Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:" (Marcos 4:1,2).
 
 

E

l contenido del mensaje central de Jesucristo y el método para la transmisión y encarnación de esa doctrina en nuestras vidas, son dos asuntos fundamentales que nos plantea una lectura inteligente del Evangelio. El mensaje de nuestro Salvador trae un apellido, el cual tiene unas connotaciones que llevarán a un completo cambio de vida de quienes lo pongan por obra; éste es el Evangelio del Reino. Las parábolas ocupan un lugar preponderante en la metodología usada por el Maestro, para la transmisión de ese Evangelio.

EL MENSAJE DE JESUCRISTO.

Cuando Adán y Eva vivían en el paraíso, obedeciendo las normas del Creador, ellos estaban bajo el Reino de Dios. Al desobedecerle y seguir las insinuaciones de Satanás, de inmediato se pusieron bajo el dominio de otro espíritu, el Reino de las Tinieblas gobernado por el Diablo.

Sin embargo, Dios, en su gran misericordia, proveyó una esperanza en lo que se ha dado en llamar el protoevangelio, que dice: "Y Jehová Dios dijo a la serpiente: por cuanto esto hiciste, maldota serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida./ Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Génesis 3:14,15). Desde ese instante Dios promete la salvación del ser humano y el restablecimiento de su gobierno sobre éste.

El Reino de Dios fue anunciado por los profetas, como cuando nos dice en Daniel 2:44 "Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruído, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre". Cumplido el tiempo Jesús trajo ese tan anunciado Reino. Él decía "entre vosotros está", "se ha acercado a vosotros", "vendrá con poder a vosotros". Narra el evangelista que "Después que Juan (el Bautista) fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,/ diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (San Marcos 1:14,15).

El mismo escritor transcribe la promesa del Maestro "De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder" (San Marcos 9:1), refiriéndose claramente a su instalación en la tierra el día de Pentecostés (Hechos 2). Desde esa impactante experiencia, en que sopló el Espíritu de Dios sobre los apóstoles y quienes estaban con ellos reunidos, hasta el día de hoy, no se ha cesado de anunciar a Jesucristo como Señor.

Cuando una persona invoca sobre su vida al Señor y Salvador, nuestro Maestro Jesucristo; el Reino de Dios toma posesión de todo su ser: corazón, conciencia, espíritu, mente y cuerpo. La teocracia o gobierno de Dios debe expresarse en toda nuestra vida. El Reino de Dios, desde esa oportunidad está funcionando en la vida de muchos cristianos; pero va a venir un día en que Jesucristo en persona vendrá a reinar durante mil años el planeta, período después del cual Él presentará el reino como ofrenda a nuestro Padre Celestial (1 Corintios 15:23-28).
 

EL MÉTODO DE JESUCRISTO.

Entendiendo el contenido fundamental del mensaje de Jesucristo, pasemos a analizar brevemente la metodología utilizada. Para dar a conocer ese reino, el Maestro utilizaba distintos métodos: a) la prédica o sermón a las multitudes, b) los milagros y sanidades, c) las acciones  ejemplarizador, d) el discipulado individual y e) las parábolas. Estas últimas intentaban explicar la naturaleza, características, requisitos y efectos del Reino a través de comparaciones.

Este sistema de enseñanza y predicación fue utilizado antes de Jesús, en el Antiguo Testamento, innumerables veces. "Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas" (Oseas 12:10).

Las parábolas, aproximadamente cincuenta y tres, constituyen la forma más característica de hablar de Jesús. "Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí el sembrador salió a sembrar." (Mateo 13:3). Son comparaciones o relatos breves sacados de la vida diaria, que, a primera vista, parecen totalmente inofensivos, lo que hace que el oyente entre confiado en ellos mas, cuando está dentro y ha tomado parte, salta de pronto una interrogante y el oyente, por poco sincero y entendido que sea, se encuentra atrapado, se da cuenta de que esa historia va dirigida a él y le obliga a definirse. Jesús utilizó este lenguaje porque quería llegar al mayor número posible de personas, hasta los más sencillos. Pero también para hacernos caer en la cuenta de que el Reino de Dios tenía que ver con la vida de cada día; más aún, que se realiza en la vida misma.
 

INTERPRETACIÓN DE LAS PARÁBOLAS.

Para poder entenderlas y adentrarnos así en el núcleo de la predicación de Jesús, hemos de tener en cuenta tres cosas:

1.      Toda parábola tiene un centro de atención. Aunque sea larga y llena de detalles, todo gira en torno a un único mensaje central. Por tanto, en un primer acercamiento no hay que intentar ver el significado de cada detalle, sino preguntarse: “¿Qué idea principal me quiere comunicar esta parábola?”

2.      Todas las parábolas son anuncios de la llegada del Reino de Dios e intentan hacernos comprender algún aspecto o cualidad de este Reino. Por eso, al leerlas, tenemos que preguntarnos: “¿Qué me dice esta parábola acerca del Reino de Dios?”

3.      Las parábolas pretenden provocar una reacción ante la llegada del Reino. Y por eso hemos de preguntarnos también: “¿Qué respuesta espera de mí?”

 
Hay que reconocer que las parábolas del Evangelio, a fuerza de oírlas, han perdido gran parte de su fuerza: nos suenan demasiado. Además, la parábola no es un modo de hablar usual en nuestra cultura y, como consecuencia, nos resultan un poco distantes. Hemos de hacer un esfuerzo para recuperarlas, leyéndolas una y otra vez, meditándolas y dejándonos interpelar por ellas. Si, con toda honradez y sinceridad, dejamos que las parábolas entren en nuestra vida, nos irán descubriendo un montón de cosas extraordinariamente importantes. Porque son las cosas que Dios quiere decirnos para que nuestra vida vaya cambiando según su amor y su proyecto.



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