"Otra vez comenzó Jesús a
enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que
entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en
tierra junto al mar. /Y les enseñaba por parábolas
muchas cosas, y les decía en su doctrina:" (Marcos 4:1,2).
|
E
|
l contenido del mensaje central
de Jesucristo y el método para la transmisión y encarnación de esa doctrina en
nuestras vidas, son dos asuntos fundamentales que nos plantea una lectura
inteligente del Evangelio. El mensaje de nuestro Salvador trae un apellido, el
cual tiene unas connotaciones que llevarán a un completo cambio de vida de
quienes lo pongan por obra; éste es el Evangelio
del Reino. Las parábolas ocupan un lugar preponderante en la metodología
usada por el Maestro, para la transmisión de ese Evangelio.
EL MENSAJE DE JESUCRISTO.
Cuando Adán y
Eva vivían en el paraíso, obedeciendo las normas del Creador, ellos estaban
bajo el Reino de Dios. Al desobedecerle y seguir las insinuaciones de Satanás,
de inmediato se pusieron bajo el dominio de otro espíritu, el Reino de las
Tinieblas gobernado por el Diablo.
Sin embargo,
Dios, en su gran misericordia, proveyó una esperanza en lo que se ha dado en
llamar el protoevangelio, que dice: "Y Jehová Dios dijo a la serpiente: por
cuanto esto hiciste, maldota serás entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de
tu vida./ Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente
suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar"
(Génesis 3:14,15). Desde ese instante Dios promete la salvación del ser
humano y el restablecimiento de su gobierno sobre éste.
El Reino de
Dios fue anunciado por los profetas, como cuando nos dice en Daniel 2:44 "Y en los días de estos reyes el
Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruído, ni será el reino
dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él
permanecerá para siempre". Cumplido el tiempo Jesús trajo ese tan
anunciado Reino. Él decía "entre vosotros está", "se ha acercado
a vosotros", "vendrá con poder a vosotros". Narra el evangelista
que "Después que Juan (el Bautista)
fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,/ diciendo: El tiempo se ha cumplido, y
el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio"
(San Marcos 1:14,15).
El mismo
escritor transcribe la promesa del Maestro "De
cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte
hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder" (San Marcos
9:1), refiriéndose claramente a su instalación en la tierra el día de
Pentecostés (Hechos 2). Desde esa impactante experiencia, en que sopló el
Espíritu de Dios sobre los apóstoles y quienes estaban con ellos reunidos,
hasta el día de hoy, no se ha cesado de anunciar a Jesucristo como Señor.
Cuando una
persona invoca sobre su vida al Señor y Salvador, nuestro Maestro Jesucristo;
el Reino de Dios toma posesión de todo su ser: corazón, conciencia, espíritu,
mente y cuerpo. La teocracia o gobierno de Dios debe expresarse en toda nuestra
vida. El Reino de Dios, desde esa oportunidad está funcionando en la vida de
muchos cristianos; pero va a venir un día en que Jesucristo en persona vendrá a
reinar durante mil años el planeta, período después del cual Él presentará el
reino como ofrenda a nuestro Padre Celestial (1 Corintios 15:23-28).
EL MÉTODO DE JESUCRISTO.
Entendiendo
el contenido fundamental del mensaje de Jesucristo, pasemos a analizar
brevemente la metodología utilizada. Para dar a conocer ese reino, el Maestro
utilizaba distintos métodos: a) la prédica o sermón a las multitudes, b) los
milagros y sanidades, c) las acciones
ejemplarizador, d) el discipulado individual y e) las parábolas. Estas
últimas intentaban explicar la naturaleza, características, requisitos y
efectos del Reino a través de comparaciones.
Este sistema
de enseñanza y predicación fue utilizado antes de Jesús, en el Antiguo
Testamento, innumerables veces. "Y
he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas
usé parábolas" (Oseas
12:10).
Las
parábolas, aproximadamente cincuenta y tres, constituyen la forma más
característica de hablar de Jesús. "Y
les habló muchas cosas por parábolas,
diciendo: He aquí el sembrador salió a sembrar." (Mateo 13:3). Son
comparaciones o relatos breves sacados de la vida diaria, que, a primera vista,
parecen totalmente inofensivos, lo que hace que el oyente entre confiado en
ellos mas, cuando está dentro y ha tomado parte, salta de pronto una
interrogante y el oyente, por poco sincero y entendido que sea, se encuentra atrapado, se da cuenta de que esa
historia va dirigida a él y le obliga a definirse. Jesús utilizó este lenguaje
porque quería llegar al mayor número posible de personas, hasta los más
sencillos. Pero también para hacernos caer en la cuenta de que el Reino de Dios
tenía que ver con la vida de cada día; más aún, que se realiza en la vida
misma.
INTERPRETACIÓN DE LAS PARÁBOLAS.
Para poder
entenderlas y adentrarnos así en el núcleo de la predicación de Jesús, hemos de
tener en cuenta tres cosas:
1.
Toda parábola
tiene un centro de atención. Aunque sea larga y llena de detalles, todo
gira en torno a un único mensaje central. Por tanto, en un primer acercamiento
no hay que intentar ver el significado de cada detalle, sino preguntarse: “¿Qué
idea principal me quiere comunicar
esta parábola?”
2.
Todas las
parábolas son anuncios de la llegada del Reino de Dios e intentan hacernos
comprender algún aspecto o cualidad de este Reino. Por eso, al leerlas, tenemos
que preguntarnos: “¿Qué me dice esta parábola acerca del Reino de Dios?”
3.
Las parábolas
pretenden provocar una reacción ante la llegada del Reino. Y por eso hemos
de preguntarnos también: “¿Qué respuesta
espera de mí?”
Hay que reconocer que las parábolas del Evangelio, a fuerza de oírlas,
han perdido gran parte de su fuerza: nos suenan demasiado. Además, la parábola
no es un modo de hablar usual en nuestra cultura y, como consecuencia, nos
resultan un poco distantes. Hemos de hacer un esfuerzo para recuperarlas,
leyéndolas una y otra vez, meditándolas y dejándonos interpelar por ellas. Si,
con toda honradez y sinceridad, dejamos que las parábolas entren en nuestra
vida, nos irán descubriendo un montón de cosas extraordinariamente importantes.
Porque son las cosas que Dios quiere decirnos para que nuestra vida vaya
cambiando según su amor y su proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario