“Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi
corazón se alegrará en tu salvación.”
Salmo 13:5
E
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sta receta ideal sólo la posee Dios y podemos hallarla
en la Sagrada Escritura. Tomemos, por ejemplo, uno de sus Salmos, el Salmo 13
que fue escrito por el rey David. Este salmo nos muestra tres estados anímicos
de David. Para ello podemos dividirlo en tres partes, cada una con dos
versículos.
1. Desesperación
“1
¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta
cuándo esconderás tu rostro de mí?
2
¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con
tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta
cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?”
Estas primeras estrofas del Salmo 13 nos muestran un estado de ánimo
frecuente en los tiempos actuales, la depresión y la desesperación.
En estos dos primeros versos David encontró la
solución, no quedándose en las quejas, sino llevando sus problemas a Dios. Es
el primer ingrediente de la receta Divina:
- Buscar a Dios es el primer paso, pues
es el Único que puede resolver nuestros problemas.
2. Fe
“3
Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra
mis ojos, para que no duerma de muerte;
4
Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis
enemigos se alegrarían, si yo resbalara.”
Superando su desesperación y buscando en Dios la
respuesta, ha solicitado lo mejor y lo ha hecho con confianza en el
Todopoderoso. Su ánimo ahora es de:
En los versos 3 y 4 Pidió “ilumina mis ojos”, sabiduría,
y eso le trajo confianza. Necesitamos:
·
Pedir sabiduría de lo alto y
·
Confiar en Su sabiduría.
“5
Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi
corazón se alegrará en tu salvación.
6
Cantaré a Jehová,
Porque
me ha hecho bien.”
Las dos últimas estrofas son la oración de una persona
con paz frente a las duras circunstancias, porque ha tenido fe en Dios.
Estos versos son producto de reflexión. La oración
de David comenzó con llanto y terminó en regocijo. De aquí se desprenden los
últimos ingredientes de la receta para ser feliz.
·
Confiar en
Su misericordia
·
Regocijarse
en Su Salvación y
·
Agradecer por
el bien que nos hace.
No pidamos que Dios nos quite los problemas,
sino la sabiduría para saber enfrentarlos, sobrellevarlos y superarlos con Él.
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